El reciente alto el fuego en la guerra de Gaza, mediado por el presidente Donald Trump, se ha presentado como el anuncio de una nueva era de paz en Medio Oriente. Sin embargo, debajo de la superficie de la prosperidad prometida yace un conflicto perdurable, ya que los problemas no resueltos continúan latentes.

¿Un Nuevo Orden o un Ciclo Recurrente?

El conflicto israelí-palestino ha sido durante mucho tiempo un tema turbulento, profundamente arraigado en divergencias históricas, territoriales y políticas. La declaración de Trump de un “amanecer histórico de un nuevo Medio Oriente”, celebrada en el Knesset israelí, resuena con promesas de paz pasadas que a menudo han fallado. Aunque su enfoque puede traer esperanza económica, muchos palestinos y analistas argumentan que evade los temas centrales de soberanía y justicia.

La Campaña Económica

El plan de paz de Trump esencialmente presenta el camino hacia la estabilidad a través de medios económicos. Al centrarse en la reconstrucción y el desarrollo, el plan aparentemente trata los problemas de Gaza como solucionables a través de la prosperidad en lugar de abordar los agravios profundamente arraigados. Kristian P. Alexander del Instituto Rabdan de los Emiratos Árabes Unidos observa cómo el énfasis del plan en las zonas económicas podría omitir auténticas resoluciones políticas, sugiriendo que la prosperidad apaciguaría el fervor.

El Desafío de la Soberanía Incompleta

El plan propone una perspectiva vaga para un estado palestino, una idea ya rechazada por el primer ministro israelí Netanyahu. Sin verdadera autonomía—control sobre fronteras, espacio aéreo e independencia económica—las aspiraciones palestinas permanecen limitadas por la supervisión israelí.

Como articuló Dalal Iriqat de la Universidad Árabe Americana, la paz sin abordar los derechos políticos es improbable. Para muchos palestinos, la agenda de autodeterminación persiste en medio de temores de ocupación constante.

Reacciones Globales y Alianzas Cambiantes

El respaldo internacional a Palestina está ganando impulso, notablemente de Arabia Saudita y Francia. Iriqat enfatiza que los reconocimientos simbólicos deben convertirse en medidas concretas, posiblemente a través de sanciones y boicots, para obligar a Israel a cumplir con las expectativas internacionales.

Este creciente apoyo se alinea con cambios en el sentimiento global, agravados por la conducta de Israel durante el reciente conflicto en Gaza, aumentando la presión sobre la administración de Trump.

La Frágil Cara de una Paz Forzada

Facilitar una paz dependiente de la fuerza, como señala Alexander, corre el riesgo de fomentar el resentimiento más que la armonía duradera. Con la reconstrucción de Gaza supervisada bajo la tutela de Trump, algunos prevén que la negligencia del núcleo político llevará a ciclos renovados de violencia.

Además, la exclusión de Irán de las recientes cumbres señala una posible fricción, con los EE. UU. aparentemente favoreciendo su aislamiento más que su integración en discusiones de paz regionales.

Conclusión: En Busca de una Paz Duradera

El plan del presidente Trump, si bien logra una cesación temporal de hostilidades, deja elementos críticos sin resolver. El esfuerzo hacia una paz sostenida pende precariamente de abordar los persistentes dilemas políticos y territoriales entre israelíes y palestinos. A medida que surgen nuevos alineamientos, la búsqueda de una reconciliación diplomática y genuina será vital para romper el ciclo de conflicto, poniendo fin al espectro de disturbios continuos.

Según upi, estos desafíos destacan la complejidad y urgencia de resolver el prolongado conflicto israelí-palestino.